domingo, 15 de diciembre de 2013

El abrazo de un amigo


José María del Nido ha cometido un delito grave, muy grave, y deberá pagar por ello. Ha tenido en su bolsillo para su uso y disfrute 2,7 millones de dinero público del Ayuntamiento de Marbella que, según la Audiencia Provincia de Málaga y el Tribunal Supremo, se tenía que haber quedado en las arcas públicas. No sabemos qué hizo con ese dinero. Si lo destinó para comprar una casa o para comprar acciones del Sevilla Fútbol Club, por poner dos ejemplos. Afortunadamente, este país tiene un sistema judicial con garantías que nos protege a todos los ciudadanos de actos delictivos, y todos los alegramos de ellos. Al mismo tiempo, José María del Nido ha sido el mejor presidente de la historia del Sevilla Fútbol Club, modernizó el club y logró que fuera valorado internacionalmente. Al menos, el mejor que yo he visto en mis 38 años de vida. Su valentía y arrojó sacó al Sevilla de las tinieblas y lo llevó a la gloria. Llenó de lágrimas todos los ojos de los sevillistas que, incrédulos, veían como Javi Navarro levantaba un trofeo tras otro.



Pero José María del Nido presidente es el mismo que el José María Del Nido abogado. Y éste, ha delinquido. Aunque muchos, y él mismo, quieran separar las dos facetas, a mí se me antoja completamente imposible dado que la persona es la misma. Sin embargo, sí soy capaz de entender que todos aquellos que fueron el pasado lunes al acto de despedida del presidente lo hicieran por humanidad. Humanidad para agradecerle nuevamente su gestión al frente del Sevilla, y humanidad para dar un abrazo al amigo que seguramente esté dentro de poco tiempo en una cárcel. Una cosa no quita la otra. Y si usted lee estas líneas, imagine el caso cercano de algún familiar que pase por este trance y vea como necesita su hombro para llorar. Estuve allí y lo vi con mis propios ojos. Nadie me lo tuvo que contar. La mayoría de las personas con las que hablé en el antepalco del estadio me reconocieron que son los primeros en pedir que Del Nido cumpla su condena, pero que no son capaces de dejar solo al amigo en este duro trance. Del Nido se derrumbó como nunca lo habíamos visto, y me impactó. El hombre fuerte, poderoso, gallardo, valiente y bravucón se desmoronó como un niño ante la dura condena que se le avecina y pedía a gritos el abrazo del amigo al tiempo que pedía perdón. Eso es lo que hicieron las personas que fueron a despedirlo. Dar un abrazo al amigo. Condenado por delinquir, pero amigo al fin y al cabo.

2 comentarios:

  1. No le pongo ni le quito una coma al post pero solo decirte que el sitio de la despedida no fue el mas adecuado siguio siendo egoista hasta el ultimo minuto en su cargo.

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  2. Gracias por su comentario Miguel. Un saludo.

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