Pues ahora sí que es verdad, Jesús Navas deja el Sevilla. El niño que veía dibujos animados en las concentraciones y que nunca parecía que dejaría su casa de Los Palacios ha madurado y ha decidido marchar a Inglaterra. El palaciego fue parte muy activa del Sevilla de los títulos, una época que cada vez queda más lejana aunque alguno parece que quiera seguir viviendo de ello. El siete sevillista ha logrado en Nervión mucho más de lo imaginable desbordando a rivales por la banda derecha, uno tras otro.
Su lastre siempre ha sido su poco gol, pero en caso de tenerlo estaríamos hablando de otro jugador, y hablamos de Jesús Navas. Un niño que subió Caparrós al primer equipo y que a lo largo de los años ha ido superando esa timidez y esos problemas de ansiedad que frenaron su enorme proyección durante sus primeros años como profesional. Era impensable hace pocos años que Navas se fuera de Sevilla, nadie lo hubiera dicho hace tiempo. Ahora, es campeón del Mundo y de Europa y necesita un proyecto acorde con su nivel. El Sevilla,tristemente, se le ha quedado muy pequeño. Realmente, no me imagino al Duende de Los Palacios viviendo en Manchester, pero quién debe imaginarlo es él y no yo. Ahora, sólo queda agradecerle todo lo que ha hecho por el club de Nervión. Siempre discreto, siempre en un segundo plano, siempre entrenándose al máximo y siempre jugándolo todo ha sostenido al equipo durante las dos últimas pobres temporadas. Con su marcha y la de Andrés Palop, salen del club los dos últimos jugadores que quedaban de aquella tarde de Eindhoven, la mejor muestra de que todo aquello terminó.
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