viernes, 1 de agosto de 2014

El Decano

El Decano Deportivo será mi nueva casa, pero nunca dejaré El Correo. Lo llevo en mi ADN. Finalmente he tenido que ver desde fuera, por culpa de una operación quirúrgica, como nacía este nuevo diario deportivo en el que trabajaré a partir de ahora, pero lo he sentido como si estuviera dentro. Anoche imaginaba, y me cuentan que fue así, una redacción bulliciosa, con sus carreras, sus prisas para llegar al cierre, los teléfonos sonando y los compañeros tecleando a mil por hora. Tanta era la ilusión que rebosaba en la nueva redacción que tras el cierre, pasadas las dos de la mañana, los compañeros se fueron a la empresa distribuidora para ver los primeros ejemplares de este periódico. Si un periodista no mira el reloj y ni se preocupa por saber cuándo podrá llegar a su casa, es que algo gordo está pasando en esa redacción. Es una adrenalida que te hace sentir más vivo que nunca y que incluso te renueva los votos de esta profesión. Ha ocurrido algo importante y has tenido la fortuna de estar ahí para contarlo al resto del mundo. Tristemente no pude estar en primera persona, pero he recibido tanto cariño desde dentro de la redacción que realmente parece que estuve allí dando teclazos en mi ordenador.

Parte de mis compañeros de El Decano Deportivo. 
Cómo ha cambiado la historia. Y por eso me alegro. Nueve meses atrás, toda la profesión se echó a la calle para pedir que El Correo no desapareciera. Faltó el canto de un duro para que un suplantador de empresario y periodista diera el último puntillazo a un diario con 115 años de historia. Ahora, y no termino de frotarme los ojos, todos estos compañeros que suplicaban por la supervivencia del decano, nos felicitan porque el nuevo propietario, el grupo Morera&Vallejo, no sólo ha reflotado nuestro Correo de siempre, sino que se ha apretado los machos y hoy viernes ha sacado a la calle un nuevo diario: El Decano Deportivo.


No son tiempos fáciles para el periodismo, ni para la mayoría de los oficios, pero tengo que dar gracias porque me siento un gran afortunado. Cuando me recupere, ya falta poco, podré seguir ejerciendo mi profesión de periodista. Será en El Decano, pero siempre estaré ahí para lo que sea necesario y nunca podré olvidar al otro decano. El de siempre, el nuestro, el mío. El Correo. 

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