lunes, 27 de mayo de 2013

Ya no sirve escribir ayer

No soy yo el que tiene la fórmula mágica para salvar al periodismo de esta maldita crisis que cada día tiene más colegas en la cola del paro. Aunque la crisis no es del oficio sino del medio. El periodista siempre estará ahí, atento a la que pase para contarlo a la sociedad. La clave está en dónde narrar las historias pero nunca pensamos –erramos- que aquella asignatura de Tecnología de la Información que recibimos en tercero de carrera de mano de María José Pérez Luque sería una de las más importantes. Se estudiaba internet, cómo nació, su desarrollo y fundamentalmente, nos dedicamos a hacer páginas webs durante seis meses en una sesiones maratonianas en el Centro de Tecnología Informática de la facultad en la que aprendimos una barbaridad y nos reímos todavía más programando como máquinas con los códigos hmtl. Y si no, que le pregunten a Juan Ivars, Carlos Fernández-Jardón o Raúl Fuentes.

Al terminar la carrera, nos buscamos un trabajo y varios compañeros logramos un empleo en un periódico de papel, de los de toda la vida. Muchos se decantaron por soportes digitales y créanme, algunos fue por vocación pero en la mayoría de los casos fue lo que encontraron. Querían escribir en periódicos y revistas pero tuvieron que conformarse con un medio digital. Se veían raros y quienes sí estábamos trabajando con un soporte tradicional nos sentíamos afortunados y en ocasiones, un poco envidiados.


Ahora, las tornas han cambiado. Quienes seguimos -los afortunados- estamos con el agua al cuello mientras que los otros han logrado crecer y crecer en un campo que ahora mismo está en la yema de la comunicación y nos pegan un repaso de órdago. Los escucho hablar de las cosas que hacen en su trabajo y me creo que son astronautas y trabajan para la Nasa. De poco sirve dar un notición en un diario de papel, la verdad, si horas antes lo hemos dado en la web y prácticamente gratis. A veces, estoy escribiendo una noticia en el periódico y cuando tecleo la palabra ayer me duele el alma. No sé cómo terminará toda esta crisis económica y periodística, pero lo que sí tengo claro es que los días del papel están contados –a pesar de que me costaría el empleo- y que debemos trabajar en una nueva dirección porque podrán cambiar los soportes, pero nunca el oficio. 

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