Hoy he conocido a un sevillano
muy interesante. Se llama Francisco Rodríguez y tiene una carnicería en el
mercado de la Encarnación. Creo que le llaman Paco pero la verdad, no se lo he
preguntado. Mal por mi parte. Comenzó a trabajar con 11 años y tiene 67. Dice que no se jubila
porque le quedaría una pensión de 600 euros, aproximadamente. Migajas después de toda una vida trabajando. Es soltero sin hijos y tampoco
encuentra nadie al que traspasar el negocio. ¿Qué me ha llamado la atención de
Paco? Que es una persona curiosa, de las que se preocupa por las cosas de la
ciudad. Desde hace años escribe a diario en su blog La Encarnación de Sevilla,
un espacio en el que a veces deja correr su imaginación o larga fiesta de todo
lo que puede contra el Ayuntamiento o cualquier otra administración. Después de
tres décadas olvidados con la promesa de que tendrían un mercado nuevo es
normal que despotrique. Yo también lo haría, y seguramente mucho más que él. En
muchas de las plataformas en las que participa, casi todas anti-algo, no estoy de acuerdo con sus argumentos pero sí comparto
que haya gente como Paco el carcinero, con ganas de trabajar por la ciudad de
forma desinteresada. Del mercado que es su vida lo sabe absolutamente todo, y
asegura que tiene más de doscientos kilos con recortes de prensa de noticias
relacionadas con el mercado. Cuando las lea de vez en cuando se partirá de la
risa. Es un buen ejercicio repasar periódicos antiguos y ver la cantidad de
paridas que pregonan los políticos locales y nosotros, los periodistas, publicamos
a pie juntillas. Don Alfonso Nieto decía que el periodista tenía que pararse a
pensar, y cada día que pasa le doy más la razón aunque eso sería otro debate mucho más largo. Pero lo que más me ha gustado
de Paco es que me ha dado una buena clase de historia. Fui a conocerlo para que
me contará las deficiencias que él observa en el faraónico proyecto Metropol
Parasol y he salido de allí sabiendo que en el antiguo mercado había una estatua de la
diosa Ceres tallada por Juan Luis Vasallo que ahora se ha empeñado en que
vuelva allí, ya que la pagaron los placeros hace décadas y está en un patio de
la academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, en la casa de los
Pinelo. No sé si lo logrará. Ojalá sí, porque gente como el carcinero Paco hace
mucha falta en esta ciudad y sería la mejor prueba para demostrar que desde una carnicería también se puede mover el mundo. O al menos, una estatua.
La foto es de Diario de Sevilla
La foto es de Diario de Sevilla
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