Es un tirón de orejas en toda
regla a una de las aficiones preferidas de los sevillanos: mirarse el ombligo.
La película El Mundo es nuestro, la
famosa cinta de El Culebra (Alberto
López) y El Cabeza (Alfonso Sánchez) financiada
en buena parte con aportaciones de particulares, refleja cómo a esta ciudad le
cuesta la misma vida moverse un milímetro en sus planteamientos aunque sea a
costa de un desarrollo que beneficiaría a toda la ciudad. La manida frase de ‘así
ha sido toda la vida’ no debe tener carta de perpetuidad, porque además es más
que seguro que tal hecho no haya sido desde los orígenes. La expresión de los dos
agentes de la Policía Local en la cinta lo dicen todo. En un solo plano reflejan
años de inmovilismo.
Pues si no queremos dar un paso al
frente, lo lógico es que no se avance. Todo tiene un principio y un final.
Sevilla no nació con la Giralda colocada en la plaza Virgen de los Reyes, pero
hay quien no quiere enterarse de ello. Ejemplos de la inmovilidad sevillana los
hay cualquier día y a cualquier hora. Meta la oreja en cualquier conversación
de barra de bar y se dará cuenta de ello al momento. Sólo hay que ver los
debates suscitados por la torre Pelli o la construcción de las setas de la
Encarnación. Podrán gustar más o menos y habrán costado más o menos dinero. Ese
es otro debate. Aquí seguimos adorando las construcciones rematadas con hierro
forjado color verde carruaje y no nos damos cuenta de que más allá de la
provincia sevillana, y ya no digo fuera del país, hay muchas cosas de las que
aprender e intentar imitar para seguir creciendo. El Culebra y el Cabeza lo dejan claro con su peculiar filosofía popular. Y eso es así, compadre.
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